La siguiente es una historia que habla sobre los hombres. Sobre los hombres y esa necesidad de arriesgarse, esa necesidad de realizarse, de superarse y superar a los demás, de impresionar, de llegar más alto, más lejos, más rápido, esa necesidad de dejar el nombre para siempre grabado en piedra... ¿y para qué mierda?... yo qué sé...

Parece dudar un buen rato al estar parado sobre la baranda, razones para titubear no le faltaban. La caída es tan violenta, que deja un considerable boquete en el suelo, el mismo que es medido por policías al final del video. Pero su alma quedó suspendida a media caída; una posterior autopsia determinó que encontró la muerte antes de tocar suelo, con un paro cardiaco.
¿Qué puedo llevar a este hombre a querer apostar todo por una idea que es por lo menos desquiciada?... ¿sería por orgullo?... ¿fama?... ¿gloria?... Solo Reichelt conoció la respuesta.
Lo peor de todo esto es que un año antes (1911) el italiano Joseph Pino había diseñado ya, y probado con éxito el paracaídas para pilotos de aviación.
¿Qué puedo llevar a este hombre a querer apostar todo por una idea que es por lo menos desquiciada?... ¿sería por orgullo?... ¿fama?... ¿gloria?... Solo Reichelt conoció la respuesta.
Lo peor de todo esto es que un año antes (1911) el italiano Joseph Pino había diseñado ya, y probado con éxito el paracaídas para pilotos de aviación.
Como última nota han muerto más de 360 personas a los pies de la Torre Eiffel, en suicidios, desafíos deportivos, o accidentes.
0 comentarios:
Publicar un comentario
A ver qué me contas...
(por favor, use su nombre o su apodo de barrio GRACIAS!!)